A principios de octubre de 2025, una celebración de revelación de género en Armenia dio un giro inesperado y surrealista. La famosa cascada Shaki , en la provincia de Syunik, normalmente una cascada cristalina de agua pura, de repente brilló de color rosa. Lo que se suponía que sería un alegre anuncio de que una pareja esperaba una niña se convirtió rápidamente en un acalorado debate sobre ética ambiental, tradiciones culturales y la protección de los monumentos naturales .
El entorno: una joya de la naturaleza armenia
La cascada Shaki, ubicada cerca de la ciudad de Sisian, es uno de los monumentos naturales más impresionantes de Armenia. Con 18 metros de altura, se precipita dramáticamente sobre acantilados de basalto tallados por antiguos flujos de lava. La cascada atrae a miles de turistas cada año, atraídos por su imponente belleza y la serenidad que irradia. El agua, alimentada por el río Shaki, brilla contra la oscura roca volcánica, rodeada de exuberante vegetación y con el eco del agua cayendo que llena la garganta.
Designada como sitio natural protegido por la legislación armenia , la cascada Shaki posee importancia ecológica y cultural. Forma parte del patrimonio natural de la nación, un patrimonio que simboliza la pureza, la resiliencia y la conexión eterna entre las personas y el paisaje. Los lugareños suelen hablar de ella con orgullo, calificándola de «postal viviente» de la belleza virgen de Armenia.
El evento: Convertir una maravilla natural en rosa
Fue una tranquila tarde de fin de semana cuando ocurrió la inesperada transformación. Los invitados se habían reunido cerca de la cascada para celebrar la revelación del género de la feliz pareja. Según testigos, los organizadores lanzaron agua rosada río arriba, usando lo que afirmaron era un colorante alimentario inocuo, para marcar el momento en que los futuros padres anunciaron que esperaban una niña.
En cuestión de minutos, la cascada cristalina se transformó en una ondulante cinta rosa , brillando bajo la luz del sol. La multitud vitoreó, los globos se elevaron hacia el cielo y los teléfonos grabaron cada segundo del espectáculo. Los videos de la escena se difundieron rápidamente en internet, generando oleadas de fascinación y, pronto, indignación.
Lo que comenzó como una celebración privada se convirtió en una controversia pública . Mientras algunos espectadores elogiaron la creatividad, otros se alarmaron por el uso de un paraje natural protegido como escenario para semejante acto. El entusiasmo inicial dio paso a preguntas: ¿Era seguro? ¿Era legal? ¿Y debería la alegría llegar a costa de la naturaleza?

La respuesta oficial: Se inicia una investigación
El Ministerio de Medio Ambiente respondió con rapidez tras recibir numerosos reportes de ciudadanos preocupados. En cuestión de horas, los funcionarios llegaron al lugar para tomar muestras de agua y evaluar los posibles daños. Expertos ambientales se encargaron de determinar si el tinte había afectado la vida acuática, la flora local o la calidad del agua río abajo.
En un comunicado público, el ministerio recordó a la ciudadanía que la cascada Shaki es un monumento natural registrado y, por lo tanto, se encuentra amparada por el Artículo 19 de la Ley de Áreas Especialmente Protegidas de Armenia . Según esta ley, cualquier actividad que altere o amenace la integridad de dichos sitios, por temporal que sea, se considera un delito.
Las autoridades confirmaron la apertura de un expediente administrativo. Los responsables podrían enfrentar multas o sanciones legales según la magnitud del impacto ambiental. A mediados de octubre, los resultados de los análisis de laboratorio aún estaban pendientes, pero las autoridades enfatizaron que incluso actos simbólicos de interferencia podrían sentar un precedente peligroso.
La reacción: entre el asombro y la ira
Las imágenes de la cascada rosa se difundieron rápidamente en redes sociales, provocando un intenso debate entre los armenios, tanto nacionales como internacionales. Algunos usuarios calificaron el acto de «diversión inofensiva» y «una forma creativa de celebrar la vida». Argumentaron que, dado que el colorante alimentario no es tóxico y es biodegradable, la reacción fue exagerada.
Sin embargo, la mayoría consideró la maniobra una muestra imprudente de ignorancia y privilegio . «No hace falta pintar la naturaleza para embellecer un momento», escribió un usuario de Facebook. «Esto no es creatividad, es falta de respeto».
Organizaciones ambientalistas emitieron comunicados condenando el acto, enfatizando que las buenas intenciones no justifican el daño ecológico . «Incluso si el material utilizado fuera seguro para el consumo humano, el ecosistema de una cascada natural es delicado», declaró Lilit Ghazaryan , científica ambiental de Ereván. «Lo que podría ser inocuo en una cocina puede comportarse de manera diferente en agua corriente. Puede afectar a los microorganismos, el pH del agua y el equilibrio de oxígeno».
El evento se convirtió en un espejo que refleja una tensión social más profunda entre la cultura moderna de las redes sociales y la responsabilidad ambiental .
Un símbolo de un problema mayor
Las fiestas de revelación de género han sido controvertidas desde hace mucho tiempo, no solo en Armenia, sino a nivel mundial. Originarias de Estados Unidos a finales de la década del 2000, han evolucionado desde modestas reuniones familiares hasta elaborados espectáculos públicos con fuegos artificiales, cañones de humo, drones e incluso pirotecnia, algunos de los cuales han provocado incendios forestales y accidentes.
En Armenia, la tendencia llegó más recientemente, impulsada principalmente por la cultura de Instagram y el deseo de crear momentos perfectos. En los últimos años, cafeterías, organizadores de eventos e influencers han adoptado la revelación de género como un mercado en auge, ofreciendo de todo, desde pasteles personalizados hasta fuentes de colores.
Sin embargo, el incidente de la cascada Shaki marcó un nuevo nivel de exceso. «Estamos presenciando un choque cultural entre el respeto tradicional por la naturaleza y los hábitos importados de espectáculo», señaló el historiador cultural Vahagn Petrosyan . «En el folclore armenio, los ríos y las cascadas se consideran sagrados. Alterar su apariencia, incluso temporalmente, puede interpretarse como un acto de arrogancia».
Implicaciones ambientales y éticas
Mientras la investigación ambiental continúa, los expertos advierten que incluso las alteraciones a corto plazo en los monumentos naturales pueden tener consecuencias a largo plazo. El tinte, independientemente de su origen, podría dejar residuos químicos, afectar a insectos o plantas acuáticas y perturbar el flujo natural de nutrientes.
Más allá del impacto ecológico, existe una preocupación ética más amplia. Permitir que un grupo utilice un sitio protegido para un evento personal plantea cuestiones de equidad y cumplimiento . Si tales acciones quedan impunes, otros podrían animarse a utilizar parques nacionales, lagos o monumentos para celebraciones igualmente invasivas.
Como explicó el abogado ecológico Arman Simonyan :
Nuestras leyes existen para proteger lo que es de todos. La cascada no es propiedad privada, sino parte del patrimonio común de Armenia. Cuando alguien interfiere con ella para beneficio propio o publicidad, le está arrebatando algo al público.
Redes sociales: una espada de doble filo
Irónicamente, fueron las redes sociales las que propiciaron y condenaron el incidente. Las mismas plataformas que fomentaron el espectáculo premiando la visibilidad también amplificaron la indignación pública. En cuestión de horas, etiquetas como #ShakiWaterfall y #ProtectNatureArmenia eran tendencia en Twitter e Instagram armenios.
Decenas de usuarios compartieron imágenes comparativas: una mostraba el brillo azul grisáceo natural de la cascada, la otra la versión teñida de rosa, con la leyenda «Esto no es una celebración, es vandalismo». Influencers ambientales comenzaron a usar la historia como un caso práctico de activismo digital, instando a sus seguidores a pensarlo dos veces antes de priorizar la estética sobre la ética.
Un punto de inflexión para la conciencia ambiental
Si la controversia tiene un lado positivo, es que renovó el interés público por la protección del medio ambiente . Escuelas y clubes ecológicos comenzaron a organizar debates sobre el equilibrio entre la alegría y la responsabilidad. Varios blogueros de viajes que antes promocionaban Shaki como un lugar ideal para tomar fotos comenzaron a publicar recordatorios sobre su estatus de zona protegida.
Desde entonces, el Ministerio de Medio Ambiente ha propuesto instalar señalización informativa cerca de los lugares de interés natural, advirtiendo a los visitantes sobre las restricciones legales y enfatizando el respeto por el medio ambiente.
Reflexiones: Alegría, responsabilidad y el significado de la celebración
En esencia, el incidente de la Cascada Shaki no se trata solo de una cascada rosa, sino de cómo la sociedad moderna define la celebración . En un mundo donde cada momento se comparte en línea, la presión por crear algo único y visualmente impactante puede anular el sentido común.
Como observó la psicóloga Dra. Mariam Khachatryan : «Vivimos en la era de la representación. La gente ya no celebra para sí misma, sino para el público. Cuanto más dramática sea la revelación, más validación reciben. Desafortunadamente, eso a veces implica traspasar límites morales, legales y ambientales».
Para muchos armenios, la cascada rosada servirá ahora como recordatorio de que la alegría nunca debe ir en detrimento del respeto por la naturaleza, por el patrimonio o por las generaciones futuras.
Conclusión: El color que se desvaneció pero la lección que permanece
La cascada Shaki ha recuperado su estado natural, tras haber perdido su color rosado gracias a las nuevas lluvias y al paso del tiempo. Sin embargo, el debate que desató sigue resonando en la sociedad armenia.
Lo que empezó como un momento de emoción terminó como una reflexión nacional sobre la responsabilidad. Al intentar matizar su alegría, los organizadores, sin darse cuenta, matizaron la conciencia de un país.
Quizás la lección de este episodio sea simple pero profunda: la naturaleza ya es suficientemente hermosa. No necesita nuestro pincel; necesita nuestra protección.